«Y de nuevo me visitas Señor del Amor.. esto que que me regalas, tan dulce como la miel, tan afilado como una aguja, tan abrasador como un bosque en llamas, tan peligroso como una bala sin rumbo..
Y, ¿qué será de mi ahora, en este instante? Sólo se que mi corazón es tuyo de nuevo, mi Señor»
¿Porqué nos sentimos tan vivos cuando estamos enamorados? ¿Porqué sentimos que nuestro ser entero está en llamas y que si nos dejamos llevar totalmente por la experiencia, nuestras pequeñas personalidades, lo no esencial en nosotros, desaparece sin importar las consecuencias?
¿Porqué nos revive la luz cada dia, aunque nos ciegue si la miramos directamente?
Esa sensación embriagadora, tan cercana al éxtasis, esa felicidad sin explicación, tiene que ver con nuestro Sol, con Leo y con la casa 5.
El sentimiento profundo del León, es el de estar más vivo que nunca, inflamado por dentro y por fuera.
El Sol, que da consciencia, el Sol que sabe amar sin lógica ni cálculo, ese Sol honesto que se entrega de corazón, sin reparo alguno, ese Sol que siente el amor tan intenso, al que no le importa si la experiencia tiene explicación, tan sólo le importa vivirla.
Sentimiento sagrado, sentimiento elevado, sentimiento trascendente y divino. Sentimiento que da sentido a todas las cosas, y que lo abarca y lo sana todo.
La felicidad viene a través de nuestro Sol, y el Ser amado es el detonante, la chispa, el acelerador, el elemento que nos catapulta a ese estado que nos conecta de nuevo con nuestra propia parte luminosa, llena de gracia. Hay que dar las gracias al amante de corazón, porque a través de él tocamos de nuevo la luz más sutil y sagrada que contiene nuestro corazón.
Dicen de los amantes que se vuelven divinos..por algo será. ¿Es que acaso el corazón del amante no derrama más luz que la que puede contener? ¿No siente acaso que todo está bien, y no se vuelve magnánimo y cálido con todo aquel que se le acerca?
Y si no que se lo pregunten a Leo, el amante, enamorado del propio amor. El que tiene el corazón ardiente en su pecho poderoso.
Donde tengamos al Sol en nuestra carta hallaremos el amor; la casa 5 indica algo que amamos, y donde tengamos el signo de Leo en nuestra carta se actúa de corazón, con fe, y con el sentimiento inflamado de que algo más grande nos ayuda y protege. Allí hay confianza, hay luz, hay amor propio, hay curación y purificación, dones que da Febo Apolo, así como el don profetico, ya que lo que se siente en el corazón es sagrado y debe realizarse.
El amor es una luz brillante, como la melena del rey del verano, el León.
Y cuando este tipo de amor se enciende en nosotros, también se activa la triplicidad de signos de fuego en nuestra carta, junto con sus regentes.
El amor (Sol-Leo) nos vuelve atrevidos, nos da coraje y nos hace derribar obstáculos (Marte-Aries).
El amor (Sol-Leo) nos da confianza, alegría y fe. Nos aporta nuevos significados y trae benevolencia. Por él recorreríamos el mundo, y nos hace más sabios (Júpiter-Sagitario).
Entramos ya en el corazón del rey del verano, y hay que conectar con nuestro ser más intimo.
Es tiempo de perdonar. Es tiempo de alegría, de compartir y de amar.