EL BEBÉ
Un bebé tiene hambre, necesita dormir, que se le tenga en brazos y se le toque, necesita seguridad. Si estas necesidades básicas son satisfechas, estará contento y sentirá que la vida es un lugar seguro.
PRINCIPIO PSICOLÓGICO SIMBOLIZADO POR LA LUNA – LA ANGUSTIA
Lo primero es tener en cuenta nuestra necesidad básica de seguridad y supervivencia. Si no está suficientemente satisfecha, el resultado es la angustia, que es en realidad, el sentimiento de que ahí fuera la vida no es segura. Las personas tienen distintos desencadenantes de la angustia, pero en general, arraigan en la vivencia muy precoz de haberse sentido inseguro.
Cuando estamos angustiados y necesitamos volver a sentirnos seguros, nos dirigimos a la Luna, que es la madre dentro de nosotros, el principio instintivo que sabe cómo nutrir y mantener la vida.
FUNCIONAMIENTOS LUNARES DEFECTUOSOS
Todos somos en algún sentido un poco compulsivos, porque en ocasiones la vida es insegura y nadie se siente tan completamente seguro que jamás tenga miedo. A veces esas compulsiones se apoderan de nosotros o dominan nuestro comportamiento durante muchos años, con frecuencia sin que nos demos cuenta. Son lo que podríamos llamar “funcionamientos lunares defectuosos”. No nos damos cuenta de que se ha activado alguna ansiedad primaria, y no sabemos como sustentarnos para volver a recuperar la sensación de seguridad que tan necesaria es para sentirse libre y realizado.
Un ejemplo obvio de este tipo de funcionamiento desordenado es comer de forma compulsiva. Hay un amplio espectro de lo que se conoce como “trastornos del comer”. La mayoría de las personas experimentamos alguna forma de compulsión relacionada con la comida en algún momento de la vida, aunque no sea más que un breve período durante el cual echamos mano de las patatas fritas o del chocolate porque estamos pasando por momentos de tensión. Estas formas de avidez alimentaria están relacionadas con la Luna, que además rige el estómago.
EL PECHO MATERNO
Nuestra primera experiencia de la comida y la seguridad y nuestro primer encuentro con el principio lunar después del nacimiento es el pecho materno. Aunque la Luna realmente está dentro de nosotros, primero la encontramos exteriorizada en la persona que nos ha traído al mundo, nos alimenta y nos protege. Si la madre se va, la Luna se oscurece y nos abruma el terror de la extinción.
SUSTITUTOS DE LA MADRE
Las necesidades lunares inconscientes no siempre se expresan recurriendo a un medio tan concreto como la comida. Muchísimas cosas pueden ser sustitutos de la comida, del mismo modo que ésta es un sustituto de la madre, tanto en el nivel personal como arquetípico. En vez de devorar una caja entera de bombones podríamos acumular dinero, ya que también se lo puede equiparar con la seguridad. Esto es lo que sucede cuando la Luna está en la segunda casa de la carta natal, o en la décima, o cuando está fuertemente aspectada con Saturno. Mientras seamos propietarios de nuestra casa, tengamos ahorrada cierta cantidad de dinero, dispongamos de una pensión de vejez asegurada y podamos seguir teniendo tal o cual coche, traje o joya, nos sentimos seguros. Se puede ver la diferencia entre una actitud frente al dinero y las posesiones dictada por el sentido común y una actitud compulsiva porque en este último caso generalmente existe un miedo irracional vinculado con la pérdida.
TRATAR A OTRAS PERSONAS COMO ALIMENTO LUNAR
Para algunas personas, los demás constituyen un alimento lunar: un amante o la pareja, los hijos o los nietos, o incluso un círculo social o un grupo profesional o ideológico. Algunos simplemente disfrutan de la compañía de amigos o de familia, mientras que otros dependen compulsivamente de ellos y reaccionan con gran angustia ante cualquier amenaza de expulsión del grupo o ante cualquier cambio de papeles en la familia, y en su temor torturan emocionalmente a cualquier miembro de la familia que amenace con andar por su propio camino y seguir una senda individual. A esto lo suelen llamar “amor” o “preocupación” por el otro, pero el hambre lunar, en ocasiones se muestra destructiva y despiadada.
¿QUÉ CONSTITUYE PARA VOSOTROS LA COMIDA?
¿De qué echáis mano cuando estáis ansiosos? No hay manera de que los seres humanos podamos evitar la angustia, porque la vida es algo cambiante e imprevisible. Una buena relación con la Luna no evitará ansiedades, pero puede darnos la capacidad de alimentarnos con los alimentos adecuados. Esto es algo muy personal y depende de donde está emplazada la Luna en la carta de cada uno, y también de hasta donde haya llegado la persona.
INCONSCIENTEMENTE BUSCAMOS UN SUSTITUTO DE LAS RAÍCES
Nuestra necesidad de pertenencia inconsciente, puede hacer que, hasta la más ilustrada y desapegada de las almas pueda mostrar una mentalidad de clan, fanática y vengativa, por más que la amenaza se formule en nombre de una ideología aparentemente libre pensadora. En vez de la familia o nación, el sustituto puede ser una filosofía espiritual o política, que asume entonces una forma curiosamente emocional y compulsiva.
DEBEMOS PREGUNTARNOS QUÉ NOS DA A NOSOTROS LA SENSACIÓN DE FAMILIA
Es interesante que nos preguntemos qué es, en nuestra vida, lo que nos da la sensación de familia, de raíces y de conexión con el pasado. Esto es importante si por motivos ideológicos habéis rechazado todas estas cosas, o si vuestra familia os ahogó en vez de alimentaros. Con frecuencia la Luna frustrada que llevamos dentro intenta crear de alguna manera una familia segura e indestructible, mediante un obstinado apego a nuestra familia e hijos, o una adhesión igualmente ciega a un trabajo o una empresa. Si no tenemos dentro de nosotros un sentimiento de raíces lunares, las buscaremos fuera. Si esto es inconsciente, puede asumir un carácter adictivo y aprisionarnos hasta tal punto que no podamos entender porqué después de treinta años seguimos atascados en un trabajo frustrante o en un matrimonio destructivo.
SIGNO Y CASA DONDE ESTA LA LUNA
Ofrecen una descripción muy precisa de la clase de cosas que nos dan una sensación de seguridad. Aunque nuestra avidez lunar es una exigencia humana básica, las formas de expresarla y alimentarla son muy diversas.
LA LUNA EN LOS ELEMENTOS
LAS LUNAS EN FUEGO
En todos los signos de fuego la Luna refleja una profunda necesidad de sentirse especial, de ser reconocida como hija de los Dioses. Instintivamente uno siente que debería estar exento de todos los límites que se aplican al común de los mortales. Es una necesidad lunar innata que no es posible superar mediante el razonamiento. Si está contrapesada por factores más sólidos en la carta, especialmente por planetas en aire, que le proporcionan una estructura sin sofocarla, la Luna de fuego puede dar origen a una poderosa imaginación unida al valor de expresar ese rico mundo interior mediante formas creativas.
La Luna en signos de fuego necesita sentir un significado, una conexión imaginativa con una pauta más profunda o elevada. Es una necesidad instintiva de infundir vida a una dimensión mítica o arquetípica, de modo que uno pueda sentirse parte de algo más grande y más importante que este pequeño planeta. En este sentido, la Luna en fuego es una contradicción terminológica, porque el reino lunar es el reino del cuerpo. Pero la Luna en Aries, Leo o Sagitario, procura instintivamente vitalizar la realidad material con cierto dramatismo e imaginación.
Lo que más aplasta a una Luna fogosa es una vida trivial, en donde no hay caballeros que monten corceles blancos, ni damiselas en apuros ni tampoco figuras gigantescas y llenas de colorido que se escapen del mundo de los cuentos de hadas para compensar la existencia del inspector de hacienda y de la cuenta del colmado.
Uno siente que es un genio o un avatar del espíritu, aunque el montón de los de afuera sea demasiado estúpido o ignorante para reconocerlo.
LAS LUNAS EN TIERRA
En un signo de Tierra, parece tener afinidad con las diosas de la Tierra, Gea y Deméter, que presiden la naturaleza y la vida del cuerpo. Para la Luna en tierra, la importancia suprema corresponde a las necesidades corporales, aunque las cosas que pueden proporcionarnos una seguridad corporal simbólica son muchas.
Por ejemplo, el hogar es una especie de cuerpo, un útero dentro del cual nos sentimos seguros y protegidos. Vender su hogar para mudarse a un vecindario diferente puede ser una experiencia terrible y profundamente traumática para una Luna en tierra (en especial si sucede en la infancia), por más que todos los detalles prácticos hayan estado impecablemente organizados y la operación se haya realizado sin desastres. De todas maneras, a uno lo han desalojado de su cuerpo, y el abismo está al acecho.
Si no se tiene conciencia de estas necesidades lunares terrenas, la angustia y la aflicción del desarraigo pueden prolongarse mucho, incluso si se pasa por alto o se niega la fuente real de estos sentimientos.
La Luna también tiene un carácter fuertemente ritualista en los signos de tierra. Todos tenemos nuestros pequeños rituales diarios, ya sea arrancar las malezas del jardín, leer el periódico de la mañana durante el desayuno, salir a correr por el parque o seguir un orden determinado en el proceso de ducharse y vestirse.
Esta clase de rituales son de enorme importancia para la Luna en tierra, porque le proporcionan la clase de concentración en el cuerpo que necesita para sentirse bien. La Luna en los signos de tierra suele favorecer los rituales relacionados con la dieta y el ejercicio, y aunque éstos estén dictados por el capricho de la moda y en realidad no favorezcan demasiado la salud, lo que proporciona la sensación de bienestar y equilibrio es la seguridad que brinda la mera repetición del ritual.
De modo que hay una profunda resistencia al cambio material en una Luna en tierra, que necesita también un ordenamiento ritualista de la vida diaria en el nivel físico. Estos emplazamientos de la Luna son a veces sumamente obsesivos, en especial cuando la persona está muy tensa, pero ya se puede ver la causa: si la Luna se expresa inconscientemente, es probable que actúe de forma compulsiva, y estos rituales sirven para protegerse de la angustia.
Es frecuente que a la Luna en tierra le preocupen mucho la seguridad material y la aceptabilidad social, por más que conscientemente lo niegue. Tanto los objetos bellos y valiosos, como el dinero y la respetabilidad, proporcionan una especie de cuerpo seguro, un bastión contra los fríos vientos del caos. Cuando el nativo niega estas necesidades lunares fundamentales debido a una sobrevaloración del nivel intelectual o espiritual de la vida, la Luna en tierra tiene una manera peculiar de de generar no sólo síntomas corporales, sino también un comportamiento obsesivo y compulsivo.
La Luna en tierra necesita sentirse útil, pero no del mismo modo que el Sol en tierra, cuyo objetivo es consciente y que busca aportar algo práctico a la vida. Con la Luna en Tauro, Virgo o Capricornio, hay una necesidad instintiva de estar ocupado, de hacer algo en lugar de perder el tiempo. Toda la naturaleza está en constante movimiento aunque a veces éste sea muy lento, y si uno se sienta a observar los insectos y los caracoles en el jardín, o la vida silvestre en el bosque, verá que en la naturaleza jamás hay un momento en que no se esté desarrollando una actividad con sentido. Las hormigas se afanan por llevar trocitos de comida al hormiguero, las abejas están ocupadas hundiéndose en las flores, los pulgones se dedican a comerse las hojas, los pájaros excavan la tierra en busca de gusanos. Incluso durante el descanso invernal, las plantas llevan su propia vida secreta. Todo este movimiento sirve para perpetuar la vida universal del mundo, y la Luna en tierra está sintonizada con estos ritmos de modo natural. Hasta la Luna en Tauro, que es el más fijo y sosegado de los signos, está constantemente en movimiento, aunque a su propio y pausado paso.
Desde el punto de vista solar, la Luna en tierra puede parecer opaca, estúpida, aburrida y carente de imaginación. Este es el sentimiento que experimentan muchas personas con la Luna en tierra si sus valores conscientes son demasiado elevados o espirituales.
Todos sufrimos si por la razón que fuese negamos nuestras necesidades lunares. Es muy fácil que una Luna en Tierra encuentre satisfacción y contento siempre que la persona no se complique la vida.
A menudo cuando alguien con la Luna en Tierra me pide que le haga su carta, y parece afligido por problemas al parecer profundamente complicados, le sugiero que empiece por el nivel más básico, encontrando qué es lo que da placer a su cuerpo y lo que le proporciona autentica satisfacción y contento. Y muchas veces la respuesta es “ah, si, pero..”, porque hay una infravaloración de estas necesidades, y a otras empresas más significativas les ha de corresponder esta prioridad. Pero si tu tienes a la Luna en Tierra, la solidez de los cimientos de tu vida depende de la forma en que aprecies la realidad del cuerpo y de todas las cosas mundanas que te dan un sentimiento de placer y seguridad.
LAS LUNAS EN AIRE
La Luna en aire necesita un contacto verbal y una estimulación en el nivel mental. No hay un objetivo del conocimiento formulado de manera expresa; en cambio, puede haber una complacencia en jugar con las ideas que hacen que este nativo se sienta mentalmente vivo.
No hay nada más doloroso para una Luna en aire que nacer en un entorno donde no hay comunicación, o donde ésta no es sincera y está llena de mensajes de doble sentido. Además, en el elemento aire hay un natural sentido de lo estético, que hace que una infancia demasiado aburrida y disciplinada, que no deja ningún margen para la frivolidad, estupidice a estos nativos, y que un mundo vacío de belleza, luz y estilo les aplaste el alma.
El idealismo del aire, combinado con las necesidades instintivas de la Luna, produce una profunda avidez de un mundo hermoso e inteligible, y con frecuencia en estos signos lunares hay una hipersensibilidad que reacciona con mucha angustia ante la confusión y la ambigüedad habituales en las relaciones humanas.
Aunque la Luna en aire necesita el contacto con los demás, su misma delicadeza y su sentido estético tienden a alejarla de toda dinámica emocional compleja.
El aislamiento le provoca inquietud, igual que los poderosos sentimientos que amenazan con anegarla en sus oscuras corrientes ocultas.
La Luna en aire se muestra analítica y evasiva y se disocia cuando se ve amenazada por un exceso de intimidad. El aire necesita claridad, y nada es tan nebuloso y ambiguo como los sentimientos humanos. Aunque los signos de aire necesitan comunicarse, la comunicación puede ser muy peligrosa si lleva implícita una confrontación emocional. Es mucho más fácil cambiar de tema o reducir los problemas complicados a simples fórmulas en blanco y negro.
Cualquiera que tenga la luna en aire, necesita crearse, dentro de las relaciones, un espacio privado en el que pueda respirar y alimentarse de esas cosas que aportan belleza, luz y gracia a la vida.
La Luna en aire retrocede ante la fusión. Hay una necesidad de preservar el ideal intacto, sin dejar que la realidad de otra persona lo contamine demasiado.
Las deidades míticas que presiden el imperio del aire son criaturas sumamente independientes. Por ejemplo, Afrodita (Venus), que rige a Libra, se niega a dejarse poseer. Ayuda al amante, y exhibe un marcado desinterés por la santidad de los vínculos matrimoniales. Hermes (Mercurio), el regente de Géminis, es el dios de los caminos y del viajero, y favorece a los ladrones y mentirosos. Recorre, de ida y vuelta, los senderos que van desde el cielo a la tierra y al mundo subterráneo, porque es un mensajero sin domicilio fijo. Y Urano, el regente de Acuario, es el dios original del cielo antes de que hubiera ninguna manifestación del cosmos. Encarna la Idea previa a la realidad concreta, y cuando se ve enfrentado con la realidad en la forma de sus hijos, los titanes, le repugnan y los rechaza.
Todas estas deidades reflejan un disgusto por lo que es de formas demasiado fijas o lo que está limitado por la emoción. Así, la Luna en aire tiende a buscar seguridad en esas esferas cristalinas donde la idea de la vida no está estropeada por las imperfecciones de la realidad.
Una de las esferas de sufrimiento más características para una Luna en aire que se siente ahogada es la depresión, que puede ser inconsciente debido a la tendencia a la disociación de los signos de aire, pero si no hay aire para respirar, la persona puede hundirse en una especie de desesperanza opaca y de apatía, enmascaradas ambas por una frívola sociabilidad.
A veces, el carácter distante de la Luna en aire no encuentra comprensión en los padres durante la infancia; a la persona le dicen continuamente que es fría y que no tiene sentimientos. Una Luna en aire no es fría, pero el hecho de que ocasionalmente se muestre poco demostrativa y su necesidad cíclica de retraimiento emocional, pueden ser una mezcla inadecuada para un padre o una madre con muchas exigencias emocionales. Yo volvería a insistir en que la necesidad de comunicarse no es lo mismo que la necesidad de fundirse. Si la naturaleza esencial de la Luna se siente rechazada en la infancia, entonces la persona puede crecer sintiéndose profundamente culpable e indigna de ser amada, porque cree que es “poco cariñosa”.
LAS LUNAS EN AGUA
Lo que más necesita es la proximidad emocional, recibir la respuesta emocional de los demás, aunque ésta sea de odio o de cólera. Por lo menos eso es mejor que el hecho de que tus sentimientos se hundan en un agujero sin fondo.
El intercambio de sentimientos es un medio de acercar entre sí a la gente. Uno ya no está sólo y separado, porque los sentimientos son el disolvente que permite derribar las barreras que lo separan de la vida. No hay nada que active más rápidamente la angustia en alguien con la Luna en agua que la falta de respuesta de otra persona, porque la sensación es la de caerse al vacío. Se deja de existir. La Luna en agua sólo se siente segura si está fusionada con los demás.
Nutrir a una Luna en agua significa saber la verdad y el valor del propio corazón, aunque los demás lo ignoren. “Si yo te amo, no es asunto tuyo”, dijo en una ocasión Goethe. Tal vez te empeñes demasiado en conseguir la validación de tus sentimientos porque tú mismo no los valoras lo suficiente. Quizás deseas que otros aprueben tus necesidades, pero eres tu quien debe hacerlo interiormente.
El dilema de una Luna en agua es complicado, porque si uno necesita la respuesta de los demás, ¿cómo puede alimentarse sólo? Una manera propia de hacerlo sería el de generar un comportamiento profundamente manipulador a fin de obtener el cuidado y la atención que necesita. Pero este comportamiento tiene tendencia a que le salga el tiro por la culata, ya que la gente en general se retrae cuando se siente manipulada, y entonces resulta que uno mismo ha creado precisamente la situación que más teme.
Si en los primeros años ha habido una madre o padre frío, que rechaza, y a quien el niño ha interiorizado, el resultado de ello puede ser que, en la edad adulta, el mínimo signo de retraimiento por parte de un ser amado genere un considerable resentimiento, porque vuelve a abrir la vieja herida.
No menos frecuente es que uno de los padres esté aún más necesitado que el hijo, y que su mensaje sea: “En la casa sólo hay lugar para un niño, y no eres tú”. Así pues, la persona crece avergonzada por sus “excesivas” necesidades, sin que por ello deje de estar furiosa por la privación que sufre. Toda esta dependencia emocional parece empalagosa y cargante, y si la revelamos en toda su magnitud, nadie nos amará. Y sin embrago, es un circulo vicioso, porque cuanto más resentida se siente la Luna en Agua porque la rechazan o no le hacen caso, más manipuladora tiende a volverse, y tanto más forzados se sentirán los demás por la intensidad de sus exigencias emocionales encubiertas.
La clave de este dilema está en nuestra capacidad para disfrutar y agradecer la riqueza y la importancia de nuestros propios sentimientos. Vale la pena que quien tenga la Luna en un signo de agua se pregunte si puede valorar lo que siente sin ningún sello de aprobación externa. La Luna es un planeta de agua, y en los signos de agua refleja el nivel más arquetípico de la naturaleza, la diosa madre originaria como fuente de vida. En su matriz contiene todas las cosas, y no necesita de nadie ni de nada externo que conceda valor a lo que está vivo en su interior.