En la última década, las estructuras sociales “clásicas” en las que se basaba la sociedad están sufriendo cambios importantes.
Los papeles de padres, madres, abuelos, relojes militares educadores e hijos han dado un giro, que se refleja en una degradación social que sigue aumentando.
Parece que bajo la consigna “los tiempos están cambiando” nos acostumbramos a todo, y no somos conscientes de cómo influye la modificación de roles en las generaciones que vienen detrás, sobre todo en nuestros hijos.
En astrología mundana, Saturno representa las figuras de autoridad, las figuras a las que hay que respetar porque tienen “autoridad moral”, porque imponen límites que es necesario no cruzar. Hasta la generación anterior a la nuestra, existía la figura clásica del padre de familia (pater familias), que representaba este arquetipo. Una extensión de esta figura saturnina, era la del maestro de escuela (curiosamente yo tuve un maestro así que se llamaba Saturnino; ! huelga decir que hacía honor a su nombre¡). Todos los que tenemos más de 30 años conocimos alguno de esos profesores que entraban en clase y reinaba el silencio; en sus clases nadie se atrevía a levantar la voz ni hablar con un compañero. Sabíamos que tenían autoridad, y otra cualidad de Saturno, eran inflexibles. Las normas y las reglas de juego estaban claras, y los alumnos se esforzaban en estudiar esa materia más que las otras, por miedo a la “vara”.
En astrología, la figura de Saturno se asigna analógicamente a la casa 10.
Por otro lado, está el arquetipo de naturaleza opuesta, la Luna, que representa la calidez, el acogimiento y la ternura que tan sólo una madre (figura lunar por definición) puede dispensar a sus hijos. La madre nutre a sus hijos y les da seguridad emocional, elemento vital sobretodo en los primeros siete años de vida (época lunar), en que los niños son más vulnerables y necesitan sentir esa protección.
Utilizando el sistema de casas derivadas, podemos ver qué ha ocurrido en nuestra sociedad actual, y obtendremos una idea más completa del “problema” en que está sumido nuestro querido Occidente, o “primer mundo”.
Las casas son los escenarios de actividad; se realiza una traslación a la Tierra de los 12 signos celestes y las casas se estructuran a partir de la latitud del lugar de nacimiento. Se realiza entonces la “domificación”, del latín “domus” (casa): trazar las casas. Las casas se disponen de la 1 a la 12, empezando por el Ascendente.
La 1ª casa tiene analogía con Aries, la 2ª con Tauro, y así sucesivamente hasta la casa 12, que tiene analogía con Piscis.
La cruz que todos tenemos (y llevamos) es la cruz cardinal (casas 1,4,7 y 10): QUIEN SOY / ARQUETIPO DEL YO (casa 1), DE DONDE VENGO, CUALES SON MIS RAÍCES-FAMILIA/ ARQUETIPO DE LA MADRE (casa 4), QUÉ SOY POR ESTAR CONTIGO O QUÉ DEJÉ DE SER / ARQUETIPO DE LA PAREJA (casa 7), QUÉ PUEDO LLEGAR A SER / AUTORIDAD / ARQUETIPO DEL PADRE (casa 10).
Así, la casa 4 tiene analogía con el signo de Cáncer y la Luna, y trata de nuestra familia, de nuestros orígenes, hogar, infancia, y de la madre en particular. Son los encargados de nuestro desarrollo como personas válidas para integrarnos en la sociedad. Las consignas familiares, que contribuyen a la formación de nuestra personalidad, están en casa 4.
La casa 5 tiene analogía con el signo de Leo y, dentro de las figuras familiares, nos habla de nuestros hijos, y de su educación en términos de carácter.
La casa 10 tiene analogía con el signo de Capricornio y nos habla de estatus. Se vincula mucho a la profesión, y tradicionalmente, se le asignaba el arquetipo del padre.
Por varias causas diferentes, cuyo análisis supone un artículo aparte, la mujer ha desplazado su lugar a la casa 10, junto con el padre. Ahora, los dos trabajan fuera del hogar, y la casa 4/familia se ha quedado huérfana de una figura arquetípica reconocible para los niños. Esta figura arquetípica no puede ni debe ser cubierta por la de los abuelos (familia de la familia, casa 4 de la 4, es decir casa 7). La casa 7 es la casa 3 de la 5 (hijos), por lo que los niños no ven a los abuelos como figuras de autoridad (algo que tampoco se les debe exigir, porque ese horno ya no está para estos bollos), sino que, los ven como “colegas” (casa 3 de la casa 5), a los que es difícil respetar como figura de autoridad. Es decir, los niños no tienen un referente familiar claro.
Además, para complicarlo todo, la casa 5 (hijos) es la casa 8 de la 10. Por definición y analogía, la casa 8, casa de Escorpio, es casa de problemas y sufrimiento, de eventos y situaciones que escapan a nuestro control. Es decir, ahora que los padres están en el mundo trabajando (casa 10) y muy poco tiempo en el hogar (casa 4), ahora que no tienen tiempo de educar a sus hijos, la educación de éstos se ha convertido en un grave problema para aquellos, ya que no tienen la energía necesaria para imponerse a los niños cuando deben hacerlo, por lo que estos corren el peligro de crecer como pequeños tiranos sin referencias claras.
Los padres, en general, adoptan la línea de menor resistencia, y cuando tienen problemas en casa con los niños, no se imponen, sino que simplemente ceden a sus caprichos o los desconectan con la TV y los videojuegos, ya que, tras una larga jornada laboral y las tareas domésticas esperando, ya no queda gasolina en el depósito para cruzar más tormentas. Comprensible, pero.. ¿inevitable?
Después, los niños extienden su actitud al ámbito del colegio, que no lo olvidemos, no puede EDUCAR, sólo formar. Al desaparecer las figuras de autoridad en el hogar, y por tanto, desaparecer cualquier tipo de consecuencia seria sobre sus actos, los niños perciben que «todo el monte es orégano», y, por su parte, los profesores, que antes tenían autoridad, apoyada por la educación que recibían los niños en sus hogares, han sufrido en sus propias carnes el giro inesperado del sistema. Se les ha vaciado de autoridad y no se les respeta como antes, por lo que ahora, ser profesor es una profesión de alto riesgo. No ya por los niños, sino también por un nuevo tipo de padre que ha ido apareciendo, una “perla” que cada vez abunda más, que cree antes lo que diga el niño que lo que diga el centro escolar, un error categorial de proporciones enormes y de consecuencias funestas para el futuro del propio niño.
Así, actualmente hay familias enteras en que la “autoritas”, o no existe, o recae tácitamente en niños o adolescentes.
En definitiva, si se quiere que una planta crezca recta y sana, que sea útil para cumplir con su naturaleza, hay que regarla con cariño y regularmente, por supuesto; pero también se le coloca una vara, y se la ata a ella, para que no se desvíe y se doble.
El que tenga oídos..
Relojes para hombres https://www.reeftiger.es/relojes-hombre.html