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Es importante que entendamos algo de los ritmos y los ciclos que gobiernan nuestras vidas, y, con ese conocimiento, actuar en armonía con ellos.
Cada persona, cada ser, tiene un diseño independiente, individual e instransferible. Me viene a la cabeza < una imagen: una gran mano abierta, con diez dados de doce lados cada uno, y una jugada, una única tirada, crucial, en un tablero de juego, que, a su vez, ha sido dividido en otros doce sectores, cada uno de colores diferentes.
Imaginen que de esa tirada dependen las posibilidades de cada individuo. Las posiciones de los dados, la cara que ha salido en cada uno de ellos, la situación relativa de cada dado respecto a los demás y su situación en el tablero; todo ello conforma un todo. Una jugada que se convierte en una vida. Una vida que debería vivirse como un juego.
En todo juego hay normas. ¿Alguna vez han intentado jugar a algún juego sin conocer las normas? En un juego en el que no conocemos las normas, somos derrotados, expulsados del mismo. Nuestro desconocimiento de las normas nos impide conducirnos en el juego, y por tanto, al no adaptarnos al medio, sufrimos la inevitable derrota. Esta es nuestra posición en la vida.
Hablando de influencias planetarias, encontramos que tenemos una carta astral que moldea nuestra personalidad, junto con una serie de influencias “vivas” que se mueven en este preciso instante sobre nuestras cabezas, que de una forma u otra nos están estirando en direcciones que ni siquiera sospechamos.
La naturaleza humana es constante movimiento, fluctuación, y así como los elementos van variando y modificando el perfil de las dunas, así nosotros vamos siendo “esculpidos” por fuerzas ante las cuales pernacemos ciegos, de las que, en general, no somos conscientes.
Cada ciclo vital está gobernado por una fuerza diferente. Cada período tiene su propio señor.
Volviendo a la comparación con el juego, la vida sería un decathlon, con diez fases o pruebas diferentes. ¿Qué pasaría si cuando mis adversarios, siguiendo las normas del juego, se dirigen a correr en la prueba de los 100 metros lisos, yo me empeño en seguir saltando con pértiga, cuando esa prueba ya se ha celebrado? Lógicamente, mi ausencia de adaptación al medio, me generará un grave perjuicio y mermará mucho mis posibilidades de éxito.
Parece absurdo, pero esta es la situación exacta de muchas personas en el juego de la vida. Las normas del juego, las normas que gobiernan cada fase del juego se ignoran, y por ello, se sufren amargas derrotas.
Pasando al plano de los ejemplos, y utilizando el poder de las imágenes, tendríamos por ejemplo, el caso del “pollito”. El perenne “Peter Pan” que, se ve incapaz de lidiar con los asuntos de la vida madura o “responsable”. También tendríamos la figura de la “Barbie madre”, la mujer que, pasados los 40 hace tiempo se empeña en seguirse demostrando a sí misma y al mundo que puede rivalizar en jovialidad y descaro con sus hijas preadolescentes, utilizando un vestuario que haría las delicias de las Spice Girls.
Otro ejemplo, sería la figura del viejo verde, el anciano descarado que, encadenado por el pecado de la lujuria, sigue persiguiendo a jovencitas que podrían ser sus nietas. O tenemos al cuarentón, que presa de las influencias de la fase en la que está, lo que conocemos como “la crisis de los 40”, se lanza a conquistar a alguna jovencita sin nada que perder, para demostrarse que todavía puede vestir el traje de luces de “matador”.
Los ejemplos son innumerables, y seguro que todos conocemos alguno. El problema es que nos empeñamos en no ver qué prueba toca jugar en cada momento de la partida (cambie “jugar” por “vivir”), y eso merma nuestra partida y nuestro rol como jugadores.
El conocimiento de las influencias que rigen cada fase de nuestra vida nos da la seguridad de estar actuando de forma armónica, acorde con lo que se nos pide en este gran juego que se llama “vida”.
Conocimiento para ser lo que hay que ser, cuando hay que serlo. Se trata de un arte.
Bertrand Russell: «Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar».