LA ESTRELLA DE BELÉN, LOS REYES MAGOS Y EL NACIMIENTO DE CRISTO

Qué mejor forma de esperar la llegada de los Reyes Magos de Oriente que intentar arrojar luz sobre el enigma de la estrella de Belén, sobre el orígen de los magos-astrólogos que vinieron de algun lugar desconocido de Oriente a presentar sus respetos y a entregar sus presentes al recién nacido Jesús, y también sobre la posible fecha de nacimiento de este último.

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La estrella de Belén

Sabemos, por los estudios científicos que se han hecho acerca de la famosa estrella, que esta no fue un cometa, ni tampoco una supernova, ni siquiera un meteorito. No se tiene información de que se produjera por aquella época ninguno de estos fenómenos, que habrían sido vistos por muchas personas. El mismo rey Herodes no sabía nada del tema cuando los Magos le hablaron de la estrella. En realidad, la famosa estrella de Belén solo pudo ser una configuración astrológica especialmente significativa y de una importancia fuera de lo común. Y una configuración de ese tipo sí existió en aquella época, concretamente en el año 7 a.C., lo que concuerda con la supuesta fecha en la que según los relatos evangélicos nació Jesús. Además, los famosos Magos de Oriente solo pueden ser astrólogos. De esa zona procedía la astrología, de Babilonia y Mesopotamia en concreto. En su obra “Jesucristo, el gran desconocido”, Diego Rubio Barrera precisa que “los magos astrólogos de Oriente reconocieron el nacimiento de Cristo en el zodiaco” y que “el Talmud contiene también la predicción de un profeta que debía venir con el signo del pez, que en el zodiaco ya sabemos que corresponde a Piscis”. En efecto, se sabe que en el año 7 a.C. y durante cinco meses hubo una importantísima conjunción de los planetas Júpiter y Saturno en el signo de Piscis. La relevancia de dicho alineamiento fue enorme porque llegaron a estar a una increíble proximidad (vistos desde la Tierra), casi como si juntos formaran una sola estrella. Pero, además, se pusieron en conjunción en Piscis hasta tres veces consecutivas. La primera de ellas se produjo el 29 de mayo, a 21 grados de Piscis, y fue visible durante dos horas al amanecer. La segunda fue el 3 de octubre, a 18 grados de Piscis. Y, finalmente, la tercera pudo verse el 4 de diciembre, a 16 grados de Piscis. Los cálculos matemáticos indican que esta triple conjunción planetaria debió de ser visible en condiciones muy favorables desde el área mediterránea. Las conjunciones de Júpiter y Saturno se producen cada 20 años y actualmente no se consideran un fenómeno astrológico de singular relevancia. Pero las conjunciones triples, es decir, las que se llegan a formar hasta tres veces en el mismo signo, solo se producen por término medio cada 258 años. Y, además, en los últimos 4.000 años solo ha habido triples conjunciones en Piscis en dos ocasiones, en el 860 y en el 7 a.C. Desde entonces no ha vuelto a repetirse. Por si fuera poco, la del año 7 a.C. era aún más importante por dos cosas: porque coincidía con la entrada del punto vernal en Piscis, indicando con ello un cambio de era, y porque Urano también formaba parte de esa gran conjunción, aunque dicho planeta no era conocido aún en aquella época.

 

EL Concilio de Nicea 

No fue hasta el Concilio de Nicea en el año 325 DC cuando se estableció, a instancias de Constantino, un credo al que debía adherirse toda la Iglesia. Antes de esa fecha, existían tantos desacuerdos como acuerdos entre las distintas iglesias respecto a lo que constituía la ortodoxia, e incluso después del Credo de Nicea, el asunto no quedó zanjado. Por aquélla época, gran parte de los conocimientos esotéricos relativos al cristianismo, en particular sus conexiones con religiones astrales anteriores, se perdieron. La literalización de la Biblia se debía al hecho de que quienes adquirían ascendencia en los consejos eclesiásticos, y eran los autores de los credos que desde hace siglos permanecen en vigor, no habían sido instruidos en el gnosticismo. Eran ignorantes no sólo en cuanto al gnosticismo que reside en el fondo de todas las alegorías, mitos y fábulas de las escrituras cristianas y precristianas, sino también de los hechos geográficos, astronómicos y antropológicos que fueron reconocidos por otras personas durante miles de años con anterioridad a la era cristiana, y que, una vez conocidos –como sin duda lo eran para los padres de la iglesia iniciados y que fueron declarados herejes por los autores de esos credos- modifican por completo la estructura de los credos tradicionales.

Levantar la carta astral del fundador del cristianismo es, con toda sinceridad, una misión del todo imposible. A pesar de ser uno de los personajes más importantes de la historia de la humanidad es muy poco lo que se sabe de él, lamentablemente casi nada, una vez que nos salimos de los Evangelios y los textos escritos por sus partidarios. Es tan poco lo que se sabe acerca de su vida real que muchos investigadores siguen albergando serias dudas acerca de su historicidad. Levantar una carta astral requiere un conocimiento exacto del año, mes, día y hora de nacimiento. En el caso de Jesucristo no tenemos la más mínima idea en cuanto al día y la hora.

Tampoco sabemos el mes, aunque, si hacemos caso al relato del evangelista Lucas, seguramente no debió de nacer en invierno. El desconocimiento es tal que ni tan siquiera podemos señalar con seguridad en qué año nació. Los relatos de los Evangelios tan solo nos dan algunos indicios sumamente tenues y carentes de la más mínima concreción. En la obra anteriormente citada Pepe Rodríguez afirma que “a juicio de la mayoría de expertos, Jesús nació probablemente entre el 9 y el 5 a.C.”.

Los evangelistas Mateo y Lucas aseguran que Jesús nació “en tiempos del rey Herodes”. Este rey murió en el año 4 a.C., por lo que el nacimiento tuvo que ser anterior. El Rey Herodes que mando matar a todos los niños menores de 2 años llegandose a decir que fueron unos 14000 .

Lamentablemente, por motivos relacionados con el calendario y la política, la iglesia trasladó la fecha de la natividad al 25 de diciembre, fecha que era originariamente la del nacimiento de Sol-Mitra, el dios solar de los romanos y persas. En los primeros tiempos de la Iglesia, la festividad del solsticio invernal era la Epifanía, que se celebraba el 6 de enero. Esta fiesta, sin embargo, no tenía nada que ver con el nacimiento de Jesús, sino con su bautismo por Juan.

En el siglo IV, la Iglesia transformó esa fecha en la del nacimiento de Jesús, probablemente porque el bautismo indicaba que Jesús tuvo que ser iniciado por Juan antes de empezar su ministerio. La doctrina de la iglesia insistía en que, como Hijo de Dios y Segunda persona de la Trinidad, Jesús era omnisciente y omnipresente desde su nacimiento. La idea de que Jesús tuviera que someterse a una serie de iniciaciones antes de adquirir todas sus facultades, resultaba embarazosa para unos sacerdotes que habían olvidado, suponiendo que alguna vez lo hubieran sabido, en qué consistían aquéllas. El cambio de fecha satisfizo también a ciertos paganos alejandrinos, contribuyendo a su conversión. Éstos estaban acostumbrados a celebrar el nacimiento del Eón (en este caso el nuevo año) ante la Kore, o diosa virgen, el 6 de enero. Así, el cambio de fecha, les permitía aceptar a Jesús como el eón y a Maria como la Kore, sin tener que modificar la fecha de su festividad más importante. Posteriormente, y casi por las mismas razones, la Navidad fue trasladada al 25 de diciembre, la fecha del nacimiento del dios del Sol, y el 6 de enero pasó a a ser la festividad de los reyes magos.

La elección de un día cercano al solsticio de invierno para celebrar la fecha del nacimiento de Jesús tenía cierta lógica y se ajustaba al calendario romano. Significaba que la Anunciación a la Virgen, el día en que quedó embarazada nueve meses antes de la Natividad, podía celebrarse el 25 de marzo. Asímismo, según el evangelio de Lucas, Jesús fue concebido 6 meses después que San Juan Bautista. Esto significaba que la fecha de nacimiento de Juan podía celebrarse el 24 de junio, el día del solsticio de verano, y su anunciación el 24 de septiembre

 

 

LA FECHA DEL NACIMIENTO DE JESÚS

 

1ª hipótesis: stellium de Piscis

Aunque se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Jesús, la existencia de una triple conjunción de Júpiter y Saturno en el signo de Piscis nos permite deducir que podría haberse producido en el año 7 a.C. Este dato sirve de base para levantar la carta astral de un Piscis puro, lo que resulta acorde con la vida y el mensaje del fundador del cristianismo.

La primera hipotesis es que nacio el año -VI pq hubo un megastellium de mas de 7 planetas en el signo de Piscis,se habla de un 1 de Marzo por la Luna.

 

Esta no puede ser la carta de Cristo, ya que el Sol no permitiría ver este stellium.

 

 

 

Los Reyes magos y el reino de Comagene 

Hoy en día, la suposición de que los reyes magos eran persas no resulta de gran ayuda, puesto que en la época de Jesús toda Mesopotamia y buena parte de Anatolia formaban parte del teórico Imperio Parto. No era necesario que los Reyes Magos se desplazasen desde Partia para ser considerados persas, y lo más probable es que fueran babilonios.

No es probable que los magos fueran unos sacerdotes persas ortodoxos, dado que en el siglo I AC, la religión zoroástrica prácticamente se había eclipsado. En cambio, es muy probable que fueran miembros de una escuela secreta relacionada con otros cultos y movimientos, tales como el mitraísmo, muy extendido en Anatolia Oriental y Mesopotamia, la cual, en aquellos tiempos estaba fuera del Imperio Romano, y alojaba numerosos cultos dedicados a las estrellas, en los que participaban magos. Uno de los cultos más importantes, era el culto real de los reyes de Comagene, un pequeño estado situado en el Alto Éufrates. ¿Es posible que Comagene fuera el lugar de donde provenían los magos?

«Los tronos de los dioses», «La octava maravilla del mundo»… estos son las descripciones de un reino olvidado, Comagene. Un reino que soberaneó durante unos 250 años entre los romanos, seleúcos y persas. El resultado que nos quedó de aquella época espléndida, fue un proyecto del rey Antíoco I Theos (86 AC – 38 AC) , un hierotesion, mezcla de templo y tumba.

El nombre Comagene  aparece en la historia por la primera vez en el año 850 a.C. en las fuentes de los asirios. En los siglos siguientes hay pocos datos sobre Comagene. Lo que sabemos es que en el año 130 a.C. obtiene la independencia.

Comagene se componía de diferentes pueblos, culturas, idiomas y tradiciones. Los imperios potentes estaban alrededor. Ello suponía que Comagene corría mucho peligro. Por eso, el rey Mitrídates I Calinico (reinado del 109 -86 AC) quiso formar un espíritu de la unión. Realizó un trato con los dioses. Unió los dioses del oriente y occidente. Mitras/Apolo, Artagnes/Herakles, Ahura Mazda/Zeus, Teleia/Hera, Helios/Hermes. Los temenos, unos santuarios pequeños, fueron los testigos de ese acuerdo.

Como muestra colocaron las estelas que representaban Mitrídates I Calinico dando la mano a los dioses.

 

  

 

Mitrídates I Calinico se casó con la princesa de los seleúcos, Laodice. Antíoco I nació después de las cuatro hijas de la pareja.

En el año 86 a.C. Antíoco fue coronado como el nuevo rey. El padre le acompañó en la ceremonia. Los dos planificaron el hierotesion, el padre era pragmático, pensaba en un centro religioso que marcaría la importancia del trato con los dioses. Pero el hijo, Antíoco, era más idealista. Pensaba en la creación de una religión nueva, que desde la cumbre del monte Nemrut reflejaría al resto del mundo. Tenía los antepasados sagrados, ya que por parte del padre era heredero de Dario, de la dinasta persa, y por parte de la madre, de Alejandro Magno. En poco tiempo Antíoco tomo el nombre de Theos, o sea, el dios. A su madre querida le puso el nombre de Thea, la diosa. En la cumbre, en dos terrazas, se inmortalizó a si mismo y a su madre colocando las estatuas de los dos a ambos lados de Zeus/Ahura Mazda.

Antíoco practicaba un tipo de astrología esotérica y sentó las bases para la reforma del calendario, uniendo el año de Comagene, que hasta entonces se había basado en el movimiento de la luna, y el ciclo sótico (de Sotis/Sirio), utilizado por los egipcios como base de su calendario. A partir de esto, se puede pensar que Antíoco conocía, posiblemente muy bien, el Hermetismo.

Dentro del actual parque nacional de Comagene, se haya el cúmulo arqueológico del Monte Nemrod, recientemente atacado y golpeado por el IS, lo cual supone una tragedia para la arqueología. En este parque, por lo que sabíamos hasta ahora, se hayan los restos mortales de Antíoco Epifanes I, el más importante de los reyes de Comagene. Se trata de uno de los monumentos más famosos de Turquía (os sonaran los famosos colosos decapitados en las terrazas de la montaña, a causa de pasados terremotos). 

Habían cinco dioses sentados , cuya figura central era Zeus, a quien Antíoco equiparaba a Ormuz. Estaban también una diosa, Tyche, la diosa de la suerte. Junto a ella Apolo-Helios, como dios de la luz. A la derecha de Zeus-Ormuz, aparece la juvenil figura de Antíoco, de un tamaño algo más reducido al resto. Por último, Hércules, que se equiparaba al dios persa de la victoria.

   

  

 1.León 2.Águla 3.Apolo-Mitra-Helios-Hermes 4.Tyché-Fortuna-Comagene 5.Zeus-Oromasdes, el Ahura Mazda de los persas 6.Antioco I 7.Hércules-Herakles-Artagnes-Ares 8.Águila 9.León

 

En esta terraza hay algo muy interesante: un friso astrológico que representaba a la constelación de Leo. Otto Neugebauer, célebre arqueólogo y astrónomo, había determinado no sólo que simbolizaba a Leo, sino también que se trataba de un horóscopo. Diecinueve estrellas que pueden verse en el fondo del relieve y en el cuerpo del león, una luna creciente en su pecho y la conjunción de tres planetas correspondientes a las palabras griegas para Júpiter, Mercurio y Marte, pueden ser interpretadas como la fecha 6 de julio del 62 A C. Se trata de la fecha en que Antioco fue entronizado por el general romano Pompeyo. Mientras la República Romana se anexionaba territorios en Anatolia gracias a una diplomacia muy hábil, Antíoco fue capaz de mantener la independencia de Comagene. Antíoco firmó la paz con el general Pompeyo en el año 64 AC, cuando éste invadió Siria. Antíoco y Pompeyo se convirtieron en aliados.

 

 

J.G.Bennett había escrito acerca de la Hermandad Sermoung, cuyo nombre indica que eran los “depositarios principales de la tradición” que se ha dado en llamar “la filosofía perenne” y ha sido transmitida de generación en generación por “iniciados”. Antíoco encaja perfectamente en esta descripción. No sólo esto, sino que afirmaba descender de los reyes persas y proceder de una distinguida familia o raza, de forma que se hallaba en posesión de un importante legado, es decir, la filosofía perenne.

Al examinar de nuevo el horóscopo del 6 de julio del 62 AC, hay otro detalle que parece confirmar la relación entre Comagene y la Hermandad Sarmoung de Gurdjieff.

Aquél día, el Sol, se encuentra situado directamente debajo de un grupo de estrellas que se denominan “la Colmena”. En persa antiguo la palabra Sarman (Sarmoung, según el dialecto armenio de Gurdjieff) significa al mismo tiempo “quienes preservan las doctrinas de Zoroastro” y “abeja”. Es evidente que en el 62 AC, “colmena”, el lugar donde se reúnen las abejas, representaba a Comagene. 

 

 

Todo indica a que el 6 de julio de ese año, un grupo de sabios o magos se reunió en la corte de Antíoco en Comagene. Éste fue elegido y coronado jefe de la Hermandad, que debía ser como una especie de sociedad masónica. El León se refiere a esta ceremonia. Se encomendó a Antíoco que custodiara la tradición zoroástrica (ante el avance de Roma), mostrando sus conexiones con el panteón griego, y por tanto, romano. Así, Antíoco dio a los dioses nombres dobles, en griego y en persa, creando el singular sincretismo que vino a ser la religión estatal de Comagene. De esta forma, los miembros de la Hermandad confiaban en que, aunque los romanos conquistaran Mesopotamia, permitirían a la gente practicar una religión que a ellos mismos no les parecía extraña. De hecho, si bien con ciertas modificaciones, los romanos abrazaron esta nueva religión, que llegó a ser el mitraísmo que se difundió por todo el imperio, y proporcionó gran fuerza moral a las legiones romanas, abriendo el camino para la posterior revelación del cristianismo.

Antíoco, a través de sus monumentos, dejó un mensaje, en el cuál nos decía que era un erudito hermético que durante su vida se había afanado por ser un buen gobernante. Se trataba, sin duda, de un mago, y no es descabellado pensar que alguno de los reyes magos procediese del reino de Comagene.

Comagene poseía su propia tradición celestial basada en una fusión de conceptos griegos, persas y egipcios. Antíoco Epífanes I instituyó un nuevo calendario basado en su fecha de nacimiento oficial. Construyó un pozo que apunta hacia el oeste en el lugar del cielo por donde todos los días cruza la estrella Régulo, “el pequeño rey”. Los reyes posteriores de Comagene, incluyendo a su hijo Antíoco II, que reinó en Comagene en el año 7 AC, sin duda sentían un gran interés por los fenómenos celestes. Se da la circunstancia de que el 29. de julio de -7AC, a comienzos del año nuevo en Comagene, era visible la conjunción entre los dos mayores planetas del sistema solar, lo que debió de interesar profundamente a los astrónomos de Comagene y también de otros lugares de Oriente próximo.

 

El cazador a las puertas del amanecer 

En la Biblia observamos que la constelación de Orión se cita en dos ocasiones en el libro de Job. Leemos en Job, 9:9: “Él creó la osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras de Sur”, y luego, en Job, 38:31: “¿Puedes atar los lazos de las Pléyades o las ataduras de Orión?»  La constelación es mencionada de nuevo en Amós 5:8: “Él es quién hizo las Pléyades y Orión..”. En los tres casos , el nombre hebreo de Orión es kesil, que significa “fuerte”, lo cual confirma que los hebreos consideraban a Orión como “un hombre fuerte”, por lo que nada tiene de extraño que se asocie Orión también con Sansón, cuya historia debe interpretarse astronómicamente. Sansón representa la constelación del hombre fuerte de Orión, y la “quijada” que utiliza para llevar a cabo su sangrienta tarea, es el grupo de estrellas en forma de V denominadas Híades.

constelacion orion tarot

Todo indica a que el 6 de julio de ese año, un grupo de sabios o magos se reunió en la corte de Antíoco en Comagene. Éste fue elegido y coronado jefe de la Hermandad, que debía ser una especie de sociedad masónica. El León se refiere a esta ceremonia. Se encomendó a Antíoco que custodiara la tradición zoroástrica ( ante el avance de Roma ), mostrando sus conexiones con el panteón griego, y por tanto, romano. Así, Antíoco dio a los dioses nombres dobles, en griego y en persa, creando el singular sincretismo que vino a ser la religión estatal de Comagene. De esta forma, los miembros de la Hermandad confiaban en que, aunque los romanos conquistaran Mesopotamia, permitirían a la gente practicar una religión que a ellos mismos no les parecía extraña. De hecho, si bien con ciertas modificaciones, los romanos abrazaron esta nueva religión, que llegó a ser el mitraísmo que se difundió por todo el imperio, y proporcionó gran fuerza moral a las legiones romanas, abriendo el camino para la posterior revelación del cristianismo.

Teniendo en cuenta que una de sus primeras tareas consiste en matar a un león, resulta evidente que Sansón es Orión bajo distinto nombre. Posteriormente encuentra unas abejas y una colmena en el cadáver de un animal y propone el siguiente enigma: “Del que come ha salido comida, y del fuerte ha salido dulzura”.

El esotérico significado del enigma lo hallamos en el cielo, puesto que el León es Leo y junto a la constelación de Cáncer se encuentra la colmena, Praesepe. Ambas constelaciones están muy próximas a Orión.
 

Teniendo en cuenta que una de sus primeras tareas consiste en matar a un león, resulta evidente que Sansón es Orión bajo distinto nombre. Posteriormente encuentra unas abejas y una colmena en el cadáver de un animal y propone el siguiente enigma: “Del que come ha salido comida, y del fuerte ha salido dulzura”.

El esotérico significado del enigma lo hallamos en el cielo, puesto que el León es Leo y junto a la constelación de Cáncer se encuentra la colmena, Praesepe. Ambas constelaciones están muy próximas a Orión.
 

 

Antíoco, a través de sus monumentos, dejó un mensaje, en el cuál nos decía que era un erudito hermético que durante su vida se había afanado por ser un buen gobernante. Se trataba, sin duda, de un mago, y no es descabellado pensar que alguno de los reyes magos procediese del reino de Comagene.

En la ciudadela  de Urfa (antigua Edesa) existen dos pilares, los cuales según la leyenda, mantuvieron sujeto a Abraham. Este acontecimiento, que no tiene ninguna autenticidad bíblica, es claramente una transferencia cultural. No es Abraham quien  estuvo sujeto en esos pilares, sino Sansón, mitológicamente idéntico a Orión, un cazador de una fuerza inigualable. Estas dos columnas denotan que en la zona se practicaba una religión astral en la antigüedad. Desde una torre adecuada, mirando hacia el sur, se  vería cada noche cómo la constelación de Orión se deslizaba a través de sus pilares de este a oeste. El nombre de la provincia de Edesa, Osroene, era originariamente Orrhoene. Dado que existen numerosas pruebas de que en Edesa existía el culto a Orión, es muy posible que el culto griego a Orión tuviera su orígen aquí. La religión hebrea y Orión estan intimamente relacionados. 

    

  

Los Reyes Magos

Tal era la turbulenta realidad política a finales del s.I AC. Vista bajo esta luz, la embajada de los reyes magos, adquiere un intenso matiz político

Sea cual fuera el significado que se ocultaba detrás de los hechos descritos por Mateo en su narración, los magos debían de conocer la historia reciente de Judea, y el papel desempeñado por Herodes en la caída de Antíoco Epifanes en Comagene. Sabían lo vulnerables que eran las regiones ubicadas al este del Eufrates ante el avance de los romanos, y quizá confiaban en que el nacimiento de Jesús propiciara un nuevo comienzo; que de mayor expulsaría a los romanos no sólo de Judea, sino de toda Asia. No obstante, el relato de Mateo, habla de algo más que de política, y demuestra que los reyes eran astrólogos y que vieron algo especial en el cielo que les llevó hacia Judea. Ese “algo” era una estrella, tan grande y luminosa que siguió siendo visible mucho después de haber amanecido. Fue este importante augurio, tan significativo para cualquiera versado en temas herméticos, lo que animó a los magos a partir y, según nos han contado, lo que les condujo, primero a Jerusalén y luego a Belén. ¿Qué estrella era esa, mucho más brillante que las otras, y porqué era tan importante? Las pruebas halladas en Edesa apuntan hacia una tradición secreta, con resonancias egipcias, que antiguamente existió en aquella región. Esto indica ciertos vínculos entre las pirámides, la constelación de Orión, y el misterioso simbolismo contenido en las historias de Sansón, Job y los profetas. Posteriormente hay conexiones con San Juan Bautista.

 

2ª Hipótesis del nacimiento de Cristo (29 de julio 7 AC)

 

Los astrónomos modernos, están de acuerdo en que la estrella de Belén es muy probable que se tratara de una importante conjunción de planetas. Es posible que lo que vieran los reyes magos, y lo que esperaban, fuera la conjunción de Júpiter y Saturno, los dos mayores planetas del sistema solar, de forma que su luz era doble, y no podían distinguirse el uno del otro. Se  trata de un hecho muy raro, y ocurrió en el verano del año 7 AC. Los astrónomos coinciden en que es el único hecho celeste registrado en esas fechas que se ajuste al relato de Mateo. Está conjunción se realizó en el signo de Piscis, el pez, lo cual nos habla del comienzo de la nueva era de Piscis.

En el Libro de las Revelaciones se describe al Mesías como un león: “Y uno de los ancianos me dice: deja de llorar, que ha venido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el rollo de pergamino y sus siete sellos”.

Esta descripción es correcta si Jesús nació bajo el signo de Leo, pero no como Capricornio, como ocurriría si su nacimiento fuera el 25 de diciembre.

La celebración de la Navidad en esa fecha fue una decisión posterior de la Iglesia cuando absorbió los cultos de Mitra y el del Sol-Invictus. Anteriormente a esa decisión de la Iglesia, la festividad de invierno era el Bautismo de Jesús, celebrado el 6 de enero. Mateo y otros iniciados cristianos entendían que Jesús era el Mesías de la Nueva Era y que su fecha de nacimiento simbólica, si no real, debía ser la adecuada a un rey Horus, siguiendo la tradición egipcia. Esta fecha y la que concuerda con los otros criterios es la de 29 de julio de 7 AC.

En el antiguo Egipto, el día más importante del año era el nacimiento simbólico de Horus durante la salida helíaca de Sirio. Inicialmente el orto helíaco de Sirio coincidía con el solsticio de verano y el comienzo de las inundaciones. Sirio refulgiendo fugazmente, antes del amanecer, precediendo la salida del Sol y el río desbordándose, devolviendo la vida a la tierra reseca, tenían que ser una manifestación de influencia divina, imposible de obviar en una civilización como la egipcia.

Como indica el monumento sagrado de Antíoco, los reyes de Comagene creían hallarse bajo la protección de un gran león en el cielo, Leo, y de ciertos planetas, en particular Júpiter. Su culto real tenía fuertes vínculos con el zoroastrismo y consideraban que Júpiter era la encarnación de Ormuz, el dios supremo de los persas. Asímismo, conocían la profecía que afirmaba que Zoroastro, el profeta de Persia, tendría un hijo póstumo. Al contemplar la conjunción de Júpiter y Saturno en el cielo el mismo día en que se celebraba el cumpleaños oficial de sus reyes, los astrólogos lógicamente lo debieron interpretar como un portento que anunciaba un nacimiento mesíanico. Sabiendo que no se esperaba un nacimiento de esa importancia en su casa real, los astrólogos de Comagene debieron consultar con sus vecinos de Edesa y Armenia. La casa real de Edesa estaba también vinculada con Leo, puesto que su fundador se llamaba “Arya”, que significa león en hebreo y siríaco. Al comprobar que allí tampoco era inminente un importante nacimiento, debieron de inquirir donde iba a producirse. En Edesa existía una nutrida comunidad judía y lo más seguro es que su rey, Agbar, supiera que la casa real de judea estaba también gobernada por Leo y que los judíos esperaban la llegada de un Mesías. Así, todo parece indicar que enviaron a unos “magos”, que probablemente no eran reyes, desde Edesa, Armenia y Comagene para investigar el asunto.

Al llegar a Jerusalem, lógicamente consultaron con la corte de Herodes. Allí debieron dispensarles un recibimiento cordial, como exigía su rango, pero les comunicaron que no esperaban ningún nacimiento real importante. Tras preguntar entre los sumos sacerdotes y los ancianos del Templo, los magos fueron informados sobre la antigua profecía que afirmaba que nacería un Mesías, hijo de la casa de David, en una población vecina llamada Belén.

A diferencia de Jerusalem, ubicada en las tierras que anteriormente pertenecían a la tribu israelita de Benjamín, Belén se encontraba en la provincia de Judá. Puesto que Judá era la tribu del león de Israel, la ciudad pertenecía al signo del León, y astrológicamente era la ciudad idónea para que naciera un rey bajo la protección de Leo. Sin duda los magos se debieron sentir intrigados por esta procefía, y, tras despedirse de sus anfitriones, se dirigieron apresudaramente a Belén, que distaba sólo 8 km. de Jerusalem. 

 

Suponiendo que Jesús naciera al amanecer del dia 29.07.07 AC, en el cielo habrían tres planetas visibles: Júpiter y Saturno por un lado, en tan estrecha conjunción que dan la impresión de ser una estrella muy brillante, y Mercurio, que era visible poco antes del amanecer como una estrella matutina. 

Del mismo modo que Sirio representa a Maria y Orión a José, estos tres planetas vienen a ser los homólogos astrales de los tres reyes magos de la tradición. Sus regalos son oro, que simboliza riqueza, incienso, que simboliza sabiduría, y mirra, que simboliza longevidad. Regalos muy adecuados para Júpiter, Mercurio y Saturno.
En muchas pinturas de la “adoración de los Magos”, dos de los reyes esperan discretamente para rendir tributo, mientras el tercero está postrado de rodillas ante el niño, besándole el pie. Los dos primeros son Júpiter y Saturno, mientras el tercero es Mercurio. Mercurio es Hermes en griego, y se le asociaba con Hermes Trimegisto “tres veces grande”. Aunque estamos acostumbrados a ver a mercurio como el joven mensajero de los dioses, bajo el aspecto del antiguo profeta Hermes Trimegisto aparece como un venerable anciano, y es por ello, que en las pinturas de la Natividad, el rey que está arrodillado suele ser el más anciano de los tres reyes magos.

 

  

 

Todo ello indica que la situación del cielo en el momento de nacer Jesús es representada involuntariamente, en casi todos sus detalles en innumerables cuadros de la Natividad.


Los regalos de los Magos

La iglesia abandonó la idea de que la fecha de nacimiento de Jesús coincidiera con el día de la salida helíaca de Sirio en el 6 AC, a favor de un renacer simbólico del Sol en invierno. La fecha del nacimiento de julio habría demostrado sin ningún género de dudas la relación entre el Cristianismo y la religión original de Osiris practicada en Egipto, dado que éste marcaba el inicio del año sotíaco y durante milenios había constituido la base del calendario egipcio.
En el año 245 DC, el “padre de la Iglesia” Orígenes, que nació en Alejandría, censuró la celebración del nacimiento de Jesús “como si fuera un faraón”. Orígenes no habría dicho esto de no haberse sabido en Egipto, incluso durante su época, que la verdadera fecha de nacimiento de Jesús se correspondía con el inicio del año nuevo egipcio y la fecha del nacimiento oficial de Horus.

Lamentablemente, al perderse la auténtica fecha del nacimiento de Jesús y los datos que demuestran que nació bajo el signo de Leo, el significado de ciertas profecías bíblicas resulta oscuro, como en Revelaciones 5:5, en la que uno de los ancianos dice: “Deja de llorar; que ha venido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el rollo de pergamino y sus siete sellos”.

El León de la tribu de Judá debe ser un Leo, y es evidente que se trata de Jesús.
Los siete sellos que él abre, simbolizan los siete planetas que sellan las esferas de cristal confinando las almas en la Tierra.

Por otra parte, los regalos de los reyes magos, tienen un significado más profundo de lo que parece a primera vista. Según la filosofía hermética, en la que Mateo parece estar muy versado, los siete planetas constituían los reyes o gobernantes de los dominios inferiores del cielo. Tras haber caído en desgracia, el hombre quedó sometido al gobierno de esos planetas, lo que significa que estaba atrapado en los ciclos de la reencarnación. Podríamos decir que cada planeta, especialmente los que se encontraban sobre el horizonte en el momento del nacimiento, ofrecían una parte de su naturaleza al alma que acababa de encarnarse. Sin embargo, estos regalos podían ser una maldición o una bendición, según fueran utilizados con fines puramente egoístas o no.

En astrología, los regalos de los reyes magos pueden interpretarse como símbolos de las facultades especiales conferidas a Jesús en el momento de su nacimiento por los planetas.

1)  Inmediatamente después de ser bautizado por Juan, Jesús es tentado tres veces por el demonio mientras ayuna en el desierto. En este caso, el demonio representa su personalidad, o lado sombrío, que a diferencia de su espíritu, está condicionado por la situación astral en el momento de su nacimiento. Estas tres tentaciones parecen relacionadas con un posible mal uso de los regalos ofrecidos por los magos. En primer lugar, se nos dice que Jesús siente la tentación de convertir las piedras en pan, esto es, de llevar a cabo una transformación mágica de la materia, lo que cabe interpretarse como un mal uso de los poderes sacerdotales que le ha otorgado Mercurio, el planeta de lo mágico.

2) A continuación, se siente tentado a arrojarse desde el pináculo del templo, convencido de que los ángeles lo sostendrán y amortiguarán su caída. Esto habría sido un mal uso de su poder saturniano destinado a cuidar de su vida.

3) Por último, Jesús siente la tentación de convertirse en Rey del Mundo, un mal uso de los dones de Júpiter.
Jesús rechaza estas tres tentaciones y demuestra que su destino es superior al de los dioses planetarios, simbolizados por los tres reyes magos.

Curiosamente, los planetas ausentes ( están por debajo del horizonte) en el momento de su nacimiento son Venus, Marte y la Luna.
Desconocemos que Jesús fuera tentado por la lujuria (Venus), la crueldad (Marte) o la pereza (Luna).

Posteriormente, durante su ministerio, Jesús usa sus facultades en bien de los demás. Utiliza sus poderes mercuriales para transformar el agua en vino y multiplicar los panes y los peces, no en provecho propio, sino para cubrir la necesidad del prójimo.
Usa sus poderes saturninos para curar a los enfermos y hacer que los muertos resuciten.
Se desprende de su dinero y posición, otorgados por Júpiter, para convertirse en un mendigo errante.
Así, el Evangelio de San Mateo, es un relato de cómo se comporta un hermético moderno, con humildad, caridad y honor.

Poco antes de morir, tras haber cumplido su misión pedagógica, Jesús devuelve los regalos de los “dioses”, los reyes de los dominios astrales:
– Durante su juicio se niega a defenderse con palabras hábiles o trucos de magia. Es decir, renuncia a Mercurio.
– No trata de conquistar su libertad, lo que, dadas sus influyentes relaciones, no habría sido difícil. Así renuncia a Júpiter.
– Al morir en la cruz, renuncia a la promesa de una vida larga. Con ello devuelve el regalo de Saturno.

En resúmen, Jesús devuelve a los reyes magos sus obsequios menos importantes, prefiriendo liberarse de las ataduras de una existencia terrenal.
Por supuesto, Jesús renuncia a su cuarto don, convertirse en rey de Judá. Este fue el regalo de Apolo-Helios, el dios solar, simbolizado por la conjunción del Sol con Régulo en el momento de su nacimiento.
Simbólicamente y en todos los sentidos, Jesús renuncia a todas las tentaciones del mundo planetario. Por tanto, su gnosis es superlativa; es capaz de atravesar las esferas de cristal y, como habrían deseado todos los filósofos herméticos, sentarse a la derecha de Dios Padre, cuyo trono está más allá de nuestro insignificante sistema solar y sus pequeños reyes ( los planetas ).

 

Interpretada de esta forma, y tomando como fecha de la natividad de Jesús el 29 de julio del 6 AC, la historia de los reyes magos se convierte en una de las claves principales para comprender el resto del Evangelio de San Mateo. Al igual que todo el mundo, Jesús hombre nace con un sino astrológico. Sin embargo, no sucumbe, sino que cumple su destino superior, que supone morir cruficicado. Esto ya habría sido predicho en la Biblia, repitiéndolo Jesús al exhalar su último suspiro:

Hacia la hora nona, exclamó Jesús con voz potente: “Elí, Elí, lemá sabajzani?” Esto es: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿porqué me has desamparado?”. Algunos de los que estaban allí decían al oírlo: “Éste está llamando a Elías”. Y uno de ellos corrió enseguida a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de la caña, le daba de beber. Pero los demás dijeron:”¡Déjalo! Vamos a ver si viene Elías a salvarlo.” Entonces Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu.

Entre los que se encontraban allí, no debía de haber escribas ni fariseos, pues sin duda habrían reconocido la referencia al Salmo 22:

Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado, ajeno a mi socorro y a mis gemidos..?
Pero yo soy un gusano, más que un hombre, vergüenza del humano, desprecio de las gentes. Todos los que me ven me hacen mofa, despegando los labios y moviendo la cabeza: “se dirige a Yahvé, que él lo defienda, que le liber él, ya que le ama”.
Como el agua me disuelvo, todos mis huesos se dislocan; mi corazón es como cera, que se derrite en mis entrañas. Mi garganta está seca como una teja, y mi lengua pegada al paladar: me has reducido a polvo inanimado.
Mastines me circundan y me asedia una turba de malvados, ligadas mis manos y mis pies. Mientras cuento yo mis huesos, observan ellos y no quitan ojo. Reparten entre sí mis vestiduras y sobre mi manto tiran suertes.

Al leer este salmo de David y compararlo con la escena de la crucifixión descrita por Mateo, es difícil no interpretarlo como una procefía de los hechos acaecidos en el Calvario, incluidos la perforación de las manos y los pies y el reparto de las vestimentas de Jesús entre los soldados.
De esta forma, arroja una potente luz sobre la naturaleza del destino en contraposición a la suerte.
Jesús pudo haber aceptado sin más los regalos de los reyes magos y haber llevado una vida cómoda y digna antes de morir de forma respetable. La crucifixión le niega esta cómoda opción a favor de un camino más duro que hace que se cumplan las procefías de un Salvador agonizante y abre las puertas para que atraviese las esferas de cristal. Esto contiene un mensaje profundo y duro de asimilar: si queremos seguir los pasos de Jesús no basta con idolatrarlo. Debemos afrontar nuestro destino y, si fuera necesario, renunciar a nuestra suerte más cómoda pero necesariamente limitada.

 

 3ª hipótesis de la fecha de nacimiento de Cristo: el libro de Urantia

El Libro de Urantia (LU) es una obra espiritual, teológica y filosófica acerca de Dios, la ciencia, la religión, la filosofía y el destino. Fue escrito entre 1922 y 1955 y publicado por primera vez en Estados Unidos en 1955; se desconoce su autor o autores, aunque el texto dice haber sido escrito directamente por criaturas celestiales o sobrehumanas (que ocasionalmente hablan en primera persona al final de algunos documentos) empleando un ser humano dormido como modo de transmisión. El Libro de Urantia es muy controvertido en su contenido y en su interpretación: mientras para algunos es una obra filosófica, para otros no pasa de ser ciencia ficción.
La palabra «Urantia» es originaria de El Libro de Urantia, y es el nombre que en él se da al planeta Tierra. «Urantiano» es así sinónimo de Terrícola. Algunas veces se utiliza este término para referirse a un lector del libro o a algún movimiento inspirado en él.
El Libro de Urantia fue publicado sin nombre de autor. Martin Gardner ha demostrado que el «recopilador» de la información plasmada en El Libro de Urantia fue el Dr. William Sadler y su familia, quien en 1923 coordinaba un grupo de ex-pacientes que se transformó en la comisión de contacto que recibió la revelación.

La cuarta parte del Libro está dedicada íntegramente a la Vida y las Enseñanzas de Jesús, ofreciéndonos una cronología extremadamente exacta, con dias, fechas y horas de los sucesos. El capítulo 122 se titula “El nacimiento y la Infancia de Jesús”, y contiene la siguiente descripción de la natividad:
 

Durante toda esa noche María estaba inquieta, de manera que ninguno de los dos durmió mucho. Al alba los dolores de parto ya se habían evidenciado, y al mediodía del 21 de agosto del año 7 a. de J.C., con la ayuda tierna de otras viajeras, María dio a luz un niño varón. Jesús de Nazaret había nacido en el mundo, se le envolvió en ropas que María había traído por precaución, y se le puso en el pesebre cercano.
 

A estos sacerdotes provenientes de la Mesopotamia, se les fue contado tiempo atrás por un extraño maestro religioso de su país, que él había tenido un sueño en el cual se le informaba que la «luz de la vida» estaba a punto de aparecer sobre la tierra en forma de niño, en el pueblo judío. Los tres sacerdotes partieron pues en búsqueda de esta «luz de la vida». Después de muchas semanas de búsqueda infructuosa en Jerusalén, estaban por volverse a Ur cuando conocieron a Zacarías, quien les trasmitió su creencia de que Jesús era el objeto de su búsqueda y los envió a Belén, donde encontraron al niño y dejaron ofrendas junto a María, su madre terrenal. El niño tenía casi tres semanas al tiempo de esta visita.
 

Ninguna estrella guió a estos hombres sabios a Belén. La hermosa leyenda de la estrella de Belén se originó de esta manera: Jesús nació al mediodía del 21 de agosto del año 7 a. de J.C. El 29 de mayo del año 7 a. de J.C. hubo una extraordinaria conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Y es un hecho astronómico notable el que conjunciones similares ocurrieran el 29 de septiembre y el 5 de diciembre del mismo año. Sobre la base de estos acontecimientos extraordinarios, pero totalmente naturales, los creyentes bien intencionados de las generaciones sucesivas construyeron la atractiva leyenda de la estrella de Belén y de los Reyes Magos adoradores conducidos por la estrella al pesebre para contemplar y adorar al recién nacido. La mente oriental y del cercano Oriente se deleita en las fábulas, e inventa constantemente bellos mitos sobre la vida de sus dirigentes religiosos y de sus héroes políticos. En la ausencia de la imprenta, cuando la mayor parte del conocimiento humano se trasmitía oralmente de una generación a la otra, era muy fácil que los mitos se tornaran tradiciones y que las tradiciones finalmente se aceptaran como hechos.”

 

Lo que más llama la atención de la fecha que da el Libro de Urantia como nacimiento de Cristo es la calidad planetaria de todos los planetas personales y Júpiter. Todos se hallan en muy buen estado cósmico, dado que el Sol está en Leo, la Luna en Cáncer, Mercurio en Virgo, Venus en Libra, Marte en Escorpio y Júpiter en Piscis.

Y uno se pregunta si alguien con una misión tan importante como el Mesías no debía disponer al menos de una calidad planetaria excepcional para el desarrollo de su personalidad terrenal.

Que cada uno saque sus propias conclusiones,…y feliz noche de reyes!

 

 

 

  

  

 

 

 

 

 

 

Del mismo modo que Sirio representa a Maria y Orión a José, estos tres planetas vienen a ser los homólogos astrales de los tres reyes magos de la tradición. Sus regalos son oro, que simboliza riqueza, incienso, que simboliza sabiduría, y mirra, que simboliza longevidad. Regalos muy adecuados para Júpiter, Mercurio y Saturno.

En muchas pinturas de la “adoración de los Magos”, dos de los reyes esperan discretamente para rendir tributo, mientras el tercero está postrado de rodillas ante el niño, besándole el pie. Los dos primeros son Júpiter y Saturno, mientras el tercero es Mercurio. Mercurio es Hermes en griego, y se le asociaba con Hermes Trimegisto “tres veces grande”. Aunque estamos acostumbrados a ver a mercurio como el joven mensajero de los dioses, bajo el aspecto del antiguo profeta Hermes Trimegisto aparece como un venerable anciano, y es por ello, que en las pinturas de la Natividad, el rey que está arrodillado suele ser el más anciano de los tres reyes magos.

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