LAS OLIMPIADAS Y LOS CICLOS DE JÚPITER

El ciclo de Júpiter se repite cada 11,86 años, pero con el fin de facilitar las cosas, los astrólogos consideramos que se repite cada 12 años.

Júpiter regresa a su posición natal en nuestra carta (revolución jupiteriana) cuando tenemos aproximadamente 12 años de edad. Por tanto regresa de nuevo a los 24, 36, 48,60, 72, 84. www.replicabagmall.com

Los ciclos de Júpiter simbolizan ciertos cambios en las relaciones que tienen lugar en el transcurso de nuestras vidas, y casa fase jupiteriana se puede convertir en el indicador de un cambio en el paradigma de nuestras relaciones.

Pero los aspectos interiores de un ciclo de Júpiter también hay que tenerlos en cuenta. A los tres años de iniciarse una revolución de Júpiter se forma la primera cuadratura creciente, a los seis años la oposición al Júpiter natal, a los 9 años la cuadratura decreciente y a los 12 años volvemos a tener a Júpiter en su posición natal.

En todos esos puntos de la revolución debemos tomar conciencia de cambios relacionales, y generalmente sentimos la necesidad de atrevernos a hacer algo nuevo, de expandirnos en algún nuevo nivel.

Dado que son aspectos tensos (cuadraturas y oposición), habrá cierta urgencia, cierto atrevimiento, que nos ayudará a realizar cambios que no ejecutaríamos en otros ciclos.

Pero existen otros aspectos dentro de un ciclo de Júpiter, que son los trigonos interiores, de los que voy a hablar en este artículo, y que por sincronicidad me van a llevar a la Antigua Grecia.

Cuando Júpiter, cada 12 años vuelve a su posición natal, inicia una nueva revolución, y en el año 4º del ciclo, realizará un trígono creciente a su posición natal, y en el año 8º un trígono decreciente al Júpiter natal.

Es decir, que, por ejemplo, en el año 28 de nuestra vida tendremos un trígono de Júpiter a su posición natal, cuya intensidad máxima se hará sentir en un plazo de dos meses, y en el año 32 de vida un nuevo trígono, hasta volver a su posición natal en el año 36.

Se trata de un ciclo importante, que requiere cierta profundización.

Los astrólogos sabemos que Júpiter es el señor de la expansión, de la suerte y del gozo, y que nos da Fe en la búsqueda de significados superiores y trascendentes. Pero también es el señor de la naturaleza y del deporte, y en su vertiente helénica, era Zeus, el dios de los Dioses, que reinaba en el Olimpo.

Si buceamos en la antigua Grecia, encontraremos ciertos datos que son muy sincrónicos con el ciclo de Júpiter y sus aspectos interiores.

Los Juegos Olímpicos deben su nombre al lugar de su celebración: Olimpia, el emplazamiento del santuario más importante del dios Zeus y situada en el valle del Alfeo. Y aquí tenemos un dato importante: se celebraban cada cuatro años entre los meses de julio y agosto. Sabemos que los antiguos griegos eran expertos en astrología, y por ello, la celebración cada cuatro años de un evento tan importante para el mundo helénico, guarda relación con el momento más benéfico para su celebración dentro de un ciclo de Júpiter de 12 años: cuando Júpiter realizaba un trígono a su posición natal cada cuatro años.

El valor de los Juegos antiguos fue múltiple: representó una manifestación religiosa de acatamiento a los dioses; contribuyó al desarrollo armónico del cuerpo y del alma; favoreció la amistad de los pueblos y ciudades.

Otros datos interesantes que conectan con este ciclo jupiteriano son los siguientes: En la preparación deportiva, cuando los niños varones griegos libres cumplían doce años ingresaban en la palestra, donde se les enseñaba a desarrollar los músculos y a disciplinar los nervios. A los dieciséis años entraban al gimnasio, donde los griegos realizaban ejercicios físicos y atletismo. Los gimnasios contaban con una pista y lugares de ejercicio al aire libre entre los bosques. A los veinte años los griegos concluían su formación deportiva donde se les entregaban las armas y estaban capacitados para participar en los Juegos Olímpicos.

Es de destacar que los primeros Juegos Olimpicos de la Antigüedad se celebrasen en el año 776 AC, cuando Júpiter se hallaba en Aries, en el inicio del ciclo zodiacal y en una posición de gran potencia.

Júpiter se exalta en Cáncer, y el señor de la expansión está bien en el signo que rige el hogar, la nación, la costumbre. Es por tanto, un tradicionalista. Los Juegos Olímpicos, en las polis griegas, los organizaban y dirigían sus magistrados que representaban en ellos al estado. La vida pública quedaba paralizada durante las fiestas ya que se suspendía toda actividad oficial. Durante ellas solamente se resolvían los asuntos de extrema urgencia. Ejercían una gran influencia en las relaciones de los estados, se acudía a ellos desde los sitios más remotos y se establecían treguas de carácter sagrado. Los juegos públicos eran una ocasión de acercamiento entre los Estados Griegos. Constituían el alma de las relaciones interhelénicas, puesto que equivalían a verdaderas asambleas generales del pueblo griego.

Progresivamente además de las polis de la Grecia continental, aumentó la participación de las múltiples colonias griegas diseminadas por las costas del Mediterráneo. Olimpia se convirtió en una poderosa fuerza, que aglutinó, con la idea de un panhelenismo creciente, a todos los emigrantes griegos dispersos por el mundo helénico. La participación oficial de las ciudades griegas en las ofrendas y sacrificios y la colaboración de los particulares creaba una sensación de hermandad y surgía el sentimiento de la pertenencia a una estructura socio-política superior al de la polis.

Aquí se unen claramente dos vertientes de Júpiter, que se encuentra en domicilio en el aperturista, cosmopolita, universalista y religioso Sagitario, y se encuentra exaltado en el signo de Cáncer, por lo que tiene un gran respeto por la tradición, la nación y la patria.

Júpiter también se halla muy cómodo en el signo de Libra, pacífico y diplomático, y uno de los aspectos más destacados de los juegos era la tregua sagrada, cuyo origen se remonta hasta el reinado de Ífito, que hizo inscribir en un disco que se conservaba en el templo de Hera los términos de la tregua.​ Esta tregua suponía la prohibición de toda actividad bélica durante un periodo de duración desconocida pero del que se sabe que se extendía desde un tiempo antes hasta un tiempo después del desarrollo de los juegos. Inicialmente la tregua incluyó solo lugares ubicados en el Peloponeso, pero posteriormente se amplió a todas las ciudades que deseasen participar en los juegos. Si una ciudad no aceptaba someterse a esta norma quedaba excluida de la participación en los Juegos Olímpicos y si, habiéndola aceptado, violaba la tregua, debía afrontar importantes multas y sus representantes eran expulsados. 

La tregua servía principalmente para garantizar que los atletas llegasen hasta Olimpia sin sufrir ningún percance durante el viaje (protección contra el infortunio y privilegio, ámbos conceptos jupiterianos) y, sobre todo, para no dejar en desventaja a ningún ejército, debido a que, como comentaba en el párrafo anterior, los participantes eran los soldados más sobresalientes y preparados.

Tras la finalización, y regreso de cada atleta a sus respectivos Estados, se levantaba la tregua de paz y tan solo se permitía estar en guerra entre ellos durante el periodo denominado como “olimpiada”, la unidad de tiempo utilizada en la Antigua Grecia que abarcaba un espacio de cuatro años y que iba desde el final de unos juegos hasta el inicio de los siguientes.

Es interesante también comprobar como el deporte estrella de los Juegos olímpicos en la antigüedad eran las carreras de carros tirados por caballos (animal que rige Júpiter/Sagitario), y eran el espectáculo olímpico más emocionante.

Píndaro atribuye los Juegos Olímpicos a Heracles, el hijo de Zeus, y persiste la idea de que después de completar sus doce trabajos (otro 12..), construyó el estadio olímpico en honor a su padre Zeus.

Otro dato interesante: los primeros Juegos Olímpicos de la Edad Moderna se celebraron en Atenas en abril de 1896, cuando Júpiter se hallaba exaltado en Cáncer.

Los Juegos Olímpicos se celebraron en la antigüedad cada cuatro años, y este período, la Olimpiada, fue utilizado por los griegos como una de sus unidades de medida del tiempo. Así que la acepción moderna de Olimpiada derivada de la unidad temporal griega de 4 años, que es el tiempo propicio de celebración del evento deportivo panhelénico que paralizaba toda Grecia, y que reunía a gente y atletas de diferentes lugares, los unía en un sentimiento común de orgullo por la patria, y paralizaba cualquier conflicto entre pueblos y ciudades que hubiese activo.

Como cronocrátor que es, Zeus, se reveló a su padre Saturno (señor del Tiempo y el otro cronocrátor), y logró que se impusiese su propia unidad de tiempo en la Antigua Grecia desde el 776 AC, la Olimpiada, que además servía para narrar hechos pasados.

Todavía hoy me encuentro hombres que miden los hechos importantes de su infancia asociándolos al año que hubo tal o cual Olimpiada, como forma de ubicar sus recuerdos en el tiempo (Cáncer rige el pasado, y Júpiter se exalta en este signo).

Libros de Héctor de la Torre de descarga gratuita

Últimos posts: