LOS PECADOS DE LA ENERGÍA FIJA

Llamamos cruz fija a la figura ideal en forma de cruz que forman los cuatro signos de modalidad fija del zodíaco, es decir, los signos de Tauro, Leo, Escorpio y Acuario, y, por analogía, a las casas zodiacales que la tradición les asigna, es decir, las casas 2, 5, 8 y 11.

Los “pecados” de estos signos son el objeto de este breve artículo, los cuales, a mi modo de ver, son tan importantes para el modo en que la Humanidad funciona, que son la principal rolex replique montres sont disponibles dans toutes les gammes de la marque à un bon marché.Ces montres sont également attrayant et styliste. causa de todos los problemas que tenemos como grupo de seres que interrelacionan entre si.

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Comencemos por Tauro, y analógicamente, la casa 2. La tradición astrológica, le asigna el pecado de la Codicia.

 

El Diccionario define la codicia como el “deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes o riquezas”.

 

San Juan Clímaco, en su obra maestra, “La Santa Escala”, comenta que   El amor al dinero es raíz de todos los males. Las Escrituras dicen que engendra el odio, el hurto, la envidia, la muerte, las disputas, la enemistad, el rencor, la crueldad, la dureza del corazón.

 

Este, sin duda, es uno de los graves defectos del que adolece la humanidad mecánica, no consciente, y que nos encadena y nos aboca a crisis económicas de consecuencias pésimas, como en la que estamos sumidos en estos momentos.

 

San Juan Clímaco, sigue diciendo: El trabajador espiritual sin bienes es enemigo de todo apego, tiene sus cosas como si no fueran suyas, y cuando se retira a la soledad todo lo mirará como al estiércol. Pero el que se entristece por perder algo transitorio, no sabe aún de la verdadera desnudez. Las olas jamás faltan en el mar, ni la ira y la tristeza en el corazón del avaro.

Sigamos con Escorpio, el signo opuesto, al que la tradición le asigna el pecado de la Lujuria, que por analogía, reside en la casa 8. El Diccionario la define de la siguiente forma: “apetito sexual excesivo // exceso o demasía en algunas cosas”.

«Todos los pecados que comete el hombre son exteriores a su cuerpo, pero aquel que se deja llevar por la lujuria peca contra su propio cuerpo,» dice el Apóstol.

San Juan Clímaco comenta sobre la lujuria: Cuando los hombres cometen otros pecados decimos que fueron engañados, mas cuando pecan en éste decimos que cayeron. Ello se debe a que este vicio ahoga la dignidad esencial del hombre y lo transforma en una bestia por la fuerza del placer, que lo emborracha y empapa sus sentidos derribándolo del trono de la dignidad racional, haciéndolo caer en la bajeza de la naturaleza bestial y añade Feliz es aquel cuyo corazón no se altera ante la contemplación de ningún cuerpo ni belleza.

El místico hindú Ramakrishna (Calcuta 1836-1866) decía que “mujer y oro son impedimentos para el yoga (unión con lo divino)”, y que todos los hombres buscan gozar de ellos (de la lujuria y la codicia). Gurdjieff decía que el sexo era tan importante para el hombre, que era lo que movía el mundo, junto con el dinero.

Estos dos pecados, están conectados con el problema del “poder”. Queremos dinero y sexo para obtener placer, pero también para adquirir poder personal, como forma de dominación sobre los demás. Lo que no vemos, es que el dominado es realmente el que busca adquirir poder.

En el otro eje de la cruz, tenemos a los dos signos que encarnan la creatividad personal, que necesitan mostrarle al mundo lo que son capaces de hacer y pensar.

 

Leo, está conectado con el egoísmo. El Diccionario define el egoísmo como

“excesivo aprecio que tiene una persona por sí misma, y que le hace atender desmedidamente a su propio interés, sin preocuparse del de los demás”.

 

También el orgullo está conectado con Leo. El Diccionario lo define como exceso de estimación propia ,arrogancia.

 

Cuando el Sol es poderoso o dominante pero recibe malos aspectos los defectos pueden ser grandes, especialmente: orgullo, arrogancia, vanidad, soberbia, egoísmo, engreimiento, tiranía, despotismo, cólera, esclavitud de la apariencia, temeridad y delirios de

 

Para Acuario (casa 11), podemos encontrar dos pecados, conectados sin duda con el orgullo. Son la Soberbia y la Rebeldía.  

 

La soberbia la define el Diccionario como altivez y arrogancia del que por creerse superior desprecia y humilla a los demás.

 

 San Juan Clímaco nos recuerda que «Dios resiste a los orgullosos» (St 4:6), ¿Quién, pues, podría tenerles piedad? «Yahvé abomina al de corazón altivo» (Pr 16:5). ¿Quién podría volver puro a un hombre semejante?

 

 

El mayor error de Urano, regente de Acuario, o su gran pecado es su insatisfacción perenne con la realidad tal como se le aparece y su necesidad imperante de crear algo totalmente nuevo a lo que había antes. La mitología nos cuenta que los hijos de Urano fueron los titanes y los cíclopes, rechazados por su imperfección, es decir, dentro de un deseo de perfección se esconde la imperfección o surge la imperfección. La rebeldía acuariana no respeta el orden natural; es rebelde, revolucionario y le motiva ante todo poseer la sabiduria (recordemos que es signo de aire, por lo que intelectualiza la realidad), y volvemos otra vez a la raíz de todo este agujero, la palabra poder.

 

Acuario, siguiendo la estela del Prometeo que roba el fuego (sabiduria) a los Dioses, cae en la soberbia intelectual cuando se tatua su frase “YO SE”. Recordemos que el Prometeo fue encadenado eternamente a sufrir un horrible tormento por su soberbia, y que el pecado original (más original que el de Adán), fue el luciferino, creerse igual a Dios.

 

La mente acuariana siente inclinación hacia el ateísmo. Piensa que la ciencia puede explicarlo todo, y que el hombre poseerá la naturaleza y encontrará todas las respuestas.

 

San Juan Clímaco comenta  El comienzo del orgullo es la vanagloria consumada; su estado intermedio es el desprecio por el prójimo, la impúdica ostentación de sus propios trabajos, la complacencia en la alabanzas, el odio a los reproches; y la consumación es el renunciamiento a la ayuda divina, la Los que no queremos caer en esta fosa, escuchemos esto: a menudo, esta pasión encuentra su alimento en la acción de gracias, pues desde el principio posee la desvergüenza de aconsejarnos negar a Dios. Vi personas que, con la boca, daban gracias a Dios, pero interiormente se glorificaban a sí mismas. Tenemos un testimonio de ello en el fariseo que decía solamente con palabras: «Oh Dios, te doy gracias» (Lc 18:11).

Si esta única pasión, sin el concurso de ninguna otra, pudo hacer caer del cielo, podemos preguntarnos si no sería posible ascender al cielo, por medio de la humildad solamente, sin la ayuda de ninguna otra virtud.

 

Acabemos con el recuerdo de las palabras del principe de la humildad, Cristo, como advertencia ante la soberbia intelectual: 37 Pero sea vuestro hablar: “Sí, sí” o “No, no” porque lo que es más de esto, del mal procede. (Sermón de la Montaña)

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