En la visión astrológica clásica a Saturno siempre lo han pintado como el gran maléfico, pero como ocurre con todo en este mundo dual, y por supuesto con todos los planetas y signos, este arquetipo tiene aspectos muy positivos y necesarios para la evolución del individuo.
En el saber astrológico, se dice que Saturno mide y pesa nuestras acciones, es el señor del karma, y tiene que ver con el control de uno mismo, del entorno, y con el tiempo, la percepción que tenemos del mismo. Saturno controla nuestras acciones, por eso se asocia a la muerte y al juicio final (los juicios los rige Libra, y por ello Saturno está exaltado en Libra). Es un censor que evalúa nuestras buenas y malas acciones, y nos hace sentir culpables cuando hacemos algo que consideramos incorrecto en función de nuestras creencias. Si Saturno no existiese, no habría necesidad de cumplir con las normas, la ética no se tendría en cuenta, y palabras como deber y responsabilidad, honestidad y honradez, no se conocerían. Por supuesto, tampoco sabríamos qué es la puntualidad ni tendríamos la percepción de metas que alcanzar y cumplir.
Así Saturno, es un cronocrátor («señor del tiempo»), y tiene la función de recordarnos que existe la ley del esfuerzo, y que con trabajo duro y cumpliendo los deberes propios, a la larga la vida es justa y las metas que el individuo se marca son alcanzadas.
Saturno tiene la misión de buscar la verdad objetiva, con un discurso reducido, contundente y claro, y a diferencia de Júpiter, no tiene fe, es un escéptico. Cree en el “fatum”, en lo inevitable (que no es necesariamente malo).
A Saturno no le gustan los excesos de ningún tipo, y menos los alardes, y cree que la moderación y la cautela son sinónimos de seguridad y paz. Su dicho sería “vísteme despacio que tengo prisa”.
Desde el punto de vista del psicoanálisis, Saturno estaría conectado con el “Yo ideal” o “SuperYo”, planteando al individuo cuestiones sobre lo que debe hacer para ser mejor, para elevarse, cómo conseguirlo, qué esfuerzo debe implicar. Saturno cree en el trabajo y en el esfuerzo, lo lleva en su adn, y lo fácil y milagroso le parecen un sinsentido, casi como cuentos para niños e incrédulos.
Además, Saturno nos da la capacidad de resistir, de aguantar el dolor y el sufrimiento, es el que mantiene el edificio de nuestra vida en pie ante los embates de la vida. Por ello, también rige las estructuras.
Además, Saturno rige al ambicioso y realizador signo de Capricornio y, por analogía la casa 10, casa del destino, por lo que es uno de los extremos de la “cruz cardinal”, la cruz más importante del zodíaco, la cual rige los principales sectores de acción del individuo en el mundo (recordemos brevemente las casas cardinales y su significado básico:1-Yo, 4-Familia, 7-Tu/Pareja y 10-Destino/Status).
Es muy interesante dar un repaso a lo que los antiguos llamaban las “cuatro virtudes cardinales”, y su conexión con los valores que Saturno propone, espero que el lector saque sus propias conclusiones y vea las asociaciones con el planeta.
Según la doctrina, las cuatro virtudes cardinales son:
1) Templanza (del griego σωφροσÏνη, en transliteración sÅphrosýnÄ“): la templanza es la virtud cardinal que recomienda moderación en la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. En un sentido más amplio, los académicos la definen como sinónimo de «moderación, sobriedad y continencia»
2) Prudencia (del griego φρÏŒνησις, en transliteración phrónÄ“sis): la prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela. También se entiende como la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, así como actuar respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas. Actualmente se ha impuesto el significado de actuar con precaución para evitar posibles daños.
3) Fortaleza (del griego ανδρεία, en transliteración andreia): La fortaleza es la virtud que da valor al alma para poder afrontar con coraje y vigor los riesgos, moderando el ímpetu de la audacia. Siempre manteniéndose en la recta razón al obrar. Su fin es ordenar el apetito a la razón y así la voluntad seguirá la recta razón ante los peligros o dificultades. El don de fortaleza lleva a la persona a vencer día a día en lo grande y pequeño. En fin, a la fidelidad en el cumplimiento de los pequeños deberes de cada instante.
4) Justicia: la justicia (del latín, iustitia) es la concepción que cada época y civilización tiene acerca del sentido de sus normas jurídicas. Es un valor determinado como bien común por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. Es el conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones. Por eso Saturno se exalta en Libra, porque sabe estar en sociedad y cumplir con su parte para mantener la estructura social libre de daño (es un estructurador).